Con permiso de Wario Ware Touched! (el nuevo juego de la serie Wario Ware que, de momento, es todavía exclusivo para el mercado nipón), este juego de Sega es el más sorprendente que ha acompañado a la consola en su lanzamiento, aunque por su tipo de humor y temática quizás acabe resultando mucho más atractivo al público japonés y al europeo que al norteamericano. Y es que al peculiar estilo gráfico del que hace gala todo el juego, basado en un cel-shading más radical incluso que en el venidero Killer 7 para GCN y PS2, hay que sumar una temática poco habitual en occidente, así como un toque de humor con aire claramente oriental.
En Feel the Magic XY/XX controlaremos a un chico que se queda prendado de una chica que ve por la calle y ante la que siente no tener ninguna posibilidad de ligar con ella. Por suerte, el grupo de locos (no hay mejor palabra para describirlos) con orejas de conejo conocidos como Rub Rabbits está ahí para salvar la situación dando rienda suelta a lo que mejor saben hacer: montar un espectáculo, y hacer todo lo posible para que nuestro protagonista gane el afecto (o lo que se tercie) de la chica de sus sueños.
La trama se irá desarrollando a través de pequeñas escenas estáticas que nos irán planteando cómo va evoluciona la relación entre los dos tortolitos, para luego dar paso a una sencilla explicación de cuál será nuestra tarea en el próximo reto que se nos proponga. Este reto tendrá forma de minijuego, y nos obligará a usar la pantalla táctil, el micrófono o ambos. En este sentido, el juego es bastante parecido a los de la saga Wario Ware, aunque incluye una trama argumental y una ambientación bien diferenciada. así como un estilo gráfico tan peculiar como el descrito antes.
Muchos de estos minijuegos tenderán claramente hacia un humor y planteamiento absurdo, que conseguirá dibujarnos una sonrisa en la cara mientras nos cabreamos al fracasar en nuestro enésimo intento por superar un reto que se nos antoja imposible. En este sentido, destaca la gran progresión en la dificultad, muy ajustada… y que nos propondrá un reto todavía más difícil al acabar el juego.
El juego está lleno de sorpresas, como la de ir personalizando a la chica que sale a lo largo del juego en la pantalla de selección de escena, pudiendo escoger peinado, vestido y zapatos. Incluso podremos desbloquear nuevas posibilidades en cualquiera de esos tres campos si pulsamos en la zona correcta en las escenas que introducen cada minijuego, como, por ejemplo, sobre el dibujo de la camiseta del chico, la mano de la chica o el sol en un paisaje. Otra opción para descubrir más partes a combinar es jugar en el modo Memories, a través del cual accedemos a los minijuegos ya superados, con la peculiaridad de que en esta ocasión llegarán a tener una dificultad mucho mayor que en el modo principal (Story).
Este modo, en el que se nos narra la historia, está divido en 3 grupos básicos de juegos: primero deberemos realizar actuaciones para impresionar a la chica, luego enfrentarnos a un jefe final, y en tercera instancia llevar a buen término una escena de amor. Entre estas pruebas estará la de desenterrar sus joyas de la arena, lidiar con una estampida de toros, bailar al ritmo de la música, pasear por un jardín bien frondoso, rescatarla con nuestro velero… la lista es enorme, variadísima, y pueden ser un reto a nuestra habilidad, reflejos o inteligencia.
Pese a todo, no es un juego recomendable para jugar en público si somos vergonzosos o no queremos acabar en un sanatorio mental, pues la gente nos mirará un poco raro cuando empecemos a soplar al micrófono para apagar unas velas, o a gritar para conseguir que la chica nos oiga mientras unos pesados la distraen y acosan con instrumentos bastante poco sutiles. Está claro con este pequeño botón de muestra que la variedad de situaciones que se nos van a plantear en el juego es inmensa, y cada uno de estos minijuegos es un modo diferente de afrontar la acción como nunca antes se había visto en un minijuego. Su combinación arriesgada de las posibilidades no sólo de la pantalla táctil, sino del micrófono lo convierten probablemente en uno de los títulos más atractivos de toda la primera hornada de juegos para Nintendo Ds, y sólo el tiempo dirá si puede acabar convirtiéndose en un clásico con todas las de la ley.
Quizás lo único que podemos decir en su contra es que no es un juego que vaya a resultarnos muy largo, aunque la posibilidad de ir abriendo más niveles de dificultad alargará su vida. Asimismo, carece de opciones multijugador, que posiblemente no hubiesen encajado muy bien en la temática del juego… aunque quién sabe. Por el contrario, su rejugabilidad es notable, pues no se trata sólo de ir descubriendo según avanzamos en el juego las posibilidades que nos puede ofrecer la consola (tocar, frotar, soplar, gritar), sino de descubrir lo terriblemente adictivos que pueden llegar a ser algunos minijuegos, ya sea por su planteamiento tan simplista como imposible de realizar en cualquier otro sistema de juegos, como por el reto a nuestra habilidad que suponen.
El planteamiento de Feel the Magic XY/XX es tan simple como ése, no hay que buscar más. Lo único que hace es coger las herramientas que proporciona Nintendo DS para el ocio electrónico y ofrecerlas al jugador en forma de pequeñas píldoras… y francamente, no es poco. Quizás se le pueda achacar que es poco más que una demo técnica, o multitud de cosas más, pero todas ellas serán casi las mismas que se le achacaron en su momento a Wario Ware, un juego que ha demostrado ser entretenimiento puro y uno de los revulsivos jugables más importantes de la presente generación de consolas.
Con este juego, Sega ha conseguido plasmar en un único juego todos los puntos esenciales y distintivos de esta nueva consola, le ha añadido una historia simpática, un toque artístico que no dejará indiferente y todo el buen hacer al que nos tiene acostumbrado el siempre magnífico Sonic Team. Éste es uno de esos juegos que puede que no haga mucho ruido, pero un juego, al fin y al cabo, que es diversión pura, y que acompañará a la Nintendo DS el día que llegue a las tiendas europeas.
