Namco Bandai va a ofrecernos dentro de poco en Europa el desembarco de Afro Samurai, un nuevo juego de acción en el que las espadas y un samurái poco ortodoxo van a ser las claves para sorprender al jugador. Antes de su llegada a las tiendas, vamos a ver qué tal ha sido nuestro contacto con el juego.
Desde luego, las claves más destacables en nuestra toma de contacto con el juego han residido en su estilo visual y cuidadas animaciones, lo que incluye el paso a secuencias con cámara lenta para mayor lujo de desmembramientos y demás. Curiosamente, por su estética, sustentada en la técnica del cel-shading, que busca ofrecer un aspecto visual cercano al de los dibujos animados, no resulta especialmente escabroso, pero no nos debemos engañar: la acción, la sangre y la intensidad en el combate estarán a la orden del día.
Lo que más nos ha gustado, hasta el momento, es cómo el título logra combinar una acción violenta con entornos preciosistas, construyendo un aspecto artístico singular. Pero no sólo de eso vive un videojuego, claro. De nada sirve poder partir por la mitad de un espadazo a un enemigo y crear enormes charcos de sangre si la jugabilidad no está a la altura de las circunstancias. Y, bueno, que ya hay también otros juegos que ofrecen ese tipo de resultado visual.
En general, hemos observado que el sistema de combates va a resultar satisfactorio, aunque albergamos algunas dudas con respecto a los elementos de aventura y plataformeo, donde quizás otros juegos del mismo género hayan quedado mejor compensados. En nuestras primeras horas con el juego, y a falta de concluirlo para tener una opinión firme, parece que todo el tema de desplazarnos por los escenarios en las secuencias con menor acción se pierde mucho ritmo y que, de algún modo, no se ha integrado muy bien en el desarrollo global del título.
Eso sí, para los aficionados a la serie en la que se basa, no debemos olvidar que va a contar con multitud de guiños, elementos extraídos de la misma, y, sobre todo, una ambientación familiar bien adaptada al videojuego. La historia se basa en Afro, un samurái fuera de lo común, aficionado al tabaco, con el pelo a lo afro, y que busca venganza: persigue al asesino de su padre. La colección de personajes es amplia, y la mayoría resultan estrambóticos incluso para quienes no conozcan el universo sobre el que se sustenta, lo que es una garantía de éxito al poder estar abierto al gran público y no sólo al conocedor de la serie.
El control resulta sencillo y accesible al centrarse en el uso de tan sólo unos pocos botones, cada uno correspondiente con las acciones básicas de la lucha y que podemos combinar para realizar los combos esperables en todo título con combates. A partir de ahí entra lo que podríamos llamar como controles avanzados, aunque son completamente necesarios para asegurarnos nuestro triunfo en el juego. Esto significa que podemos ralentizar el tiempo para llevar a cabo movimientos acrobáticos con tan sólo pulsar el gatillo. Así tenemos un control superior sobre el tipo de tajo que vamos a meter, su trayectoria, y se da rienda suelta así a la casquería de Afro Samurai. El tiempo bala de Afro se tiene que ir cargando haciendo combos, así que hay que saber administrarlo, y ofrece una interesante combinación, al ser un machacabotones a la vieja escuela en modo normal y algo más sutil al pasar a los cortes del tiempo ralentizado.
Todo eso funciona bien, y el juego esconde algunos movimientos más para añadir más profunidad, como devolver proyectiles, ataques giratorios, etc. Las luchas contra los enemigos normales son buenas y, claro, al llegar a los jefes finales la cosa se luce más. Habrá que ver si según avance el juego se reducen los tiempos sin mucho enemigo que matar, pues no están muy bien logrados al desplazar el foco de atención hacia las plataformas y realizarlas de una manera que no está a la altura del sistema de combate, resultando algo tosco. Es lo que menos nos ha gustado, hasta el momento, del juego, aunque es justo esperar a profundizar más en él antes de emitir un juicio definitivo con respecto a este aspecto jugable.
En cualquier caso, lo que es evidente es que hay una base de referentes buena, pues podemos agarrarnos a salientes, correr por las paredes, y las animaciones son buenas e incluso sobresalientes, pero nos hemos encontrado con imprecisiones y limitaciones que no sabemos si atribuir a alguna torpeza por nuestra parte al no haber dominado todavía el control, cosa que dudamos, y mucho, pese a que optamos por darle el beneficio de la duda.
Queda claro, por tanto, que al menos de momento percibimos que el sistema de combate es netamente superior a los demás aspectos jugables de Afro Samurai. Y es que si el sistema es agradable de jugar, la aparición de elementos integrados en el escenario que nos permitirán interactuar con ellos para, por ejemplo, electrocutar a los enemigos, ayuda a ofrecer una sensación todavía mejor.
Técnicamente, nos ha gustado –ya lo hemos dicho- su aspecto visual, que se sustenta en el cel-shading empleando recursos que le aportan una textura a la imagen muy particular. El uso de la iluminación, difuminación de colores y demás consiguen un efecto plástico que en ocasiones nos da la sensación de ver acuarela en movimiento, y eso le da un encanto especial. Hemos detectado, por desgracia, ocasionales caídas en la tasa de imágenes por segundo, pero hay que esperar para ver si se acentúan o alcanzan un nivel suficiente como para plantear problemas jugables.
Se complementará, además, con una banda sonora de estilo hip-hop que nos recuerda a algunos de los temas y ritmos más populares del género, aunque sea música original compuesta para la ocasión. Y el toque especial de la voz de Samuel L. Jackson en el papel de Afro, claro.
Divertido y con méritos como para hacerse un hueco en el género, todavía tenemos que esperar un poco para realizar una evaluación completa del juego, para ver si sus virtudes suplen sus carencias y si se imponen, por tanto, sus notables aspectos positivos sobre los que no nos han convencido en exceso. Lo veremos cuando llegue a las tiendas y os contemos cómo es el juego en nuestro análisis.
