A veces cuando uno recuerda un juego de su niñez, es inevitable no acordarse de otros tiempos en los que España fue uno de los países que mayor talento aunaba en el mundo del videojuego. La mencionada época dorada del software español tuvo muchos nombres propios y grandes títulos en su haber, por ello, no está de más recordar alguno de aquellos videojuegos como Stardust, una genial idea llevada a los microordenadores de la época.
Este juego, programado por ocho personas, fue uno de los juegos de la mítica compañía TopoSoft. Esta empresa (cuyo nombre se dice que fue porque sus fundadores empezaron a trabajar en el sótano de Erbe Software) fue una de las destacadas durante gran parte de la década de los ochenta y los noventa, y una de sus principales diferencias era que no era una empresa independiente como las demás, sino que era una subsidiaria de Erbe Software y dependía de ella.
El juego de hoy reúne algunos de los nombres propios de los que hablamos, ya que la portada de la misma fue dibujada por el gran Alfonso Azpiri, uno de los prolíficos dibujantes que engalanó los videojuegos de producción española con su talento.
Olvidado en el tiempo
El juego nos cuenta la misión que debemos finalizar: somos un piloto que debe adentrarse entre la flota enemiga hasta llegar al generador que mantiene el escudo activo, para ello, manejaremos un caza con el que iremos despachando a los enemigos. El juego tenía dos partes bien diferenciadas: una, -en la primera mitad del juego- nos mostraba un shoot' em up de perspectiva cenital, y en la segunda parte el piloto se bajaba de la nave para destruir la nave enemiga y huir de allí.
Los gráficos corrieron a cuenta de Juan Carlos Arévalo Baeza y Julio Martín Erro, haciendo que las versiones monocromas para ZX Spectrum y MSX, que se veían bastante bien, y se lucieron en Amstrad CPC y PC, con una paleta de colores más amplia, pero algo más brusca en el scroll y movimientos.
A pesar de parecer bastante arcaicos, el diseño de los niveles y sus juegos con los planos de scroll hicieron notable este apartado, ya que los escenarios tenían gran cantidad de detalles, y los enemigos, explosiones y demás elementos estelares que TopoSoft inventó para la ocasión quedaron realmente bien.
La dificultad para dominar la nave venían dada por la propia naturaleza de su control: podemos movernos en todas direcciones para disparar y esquivar los proyectiles enemigos, pero los giros son lo que debemos dominar con pericia si queremos lograr avanzar apenas unos metros.
La dificultad era la de antaño, de la que en apenas unos segundos podíamos perder toda la energía y acabar la partida. El juego recompensa el tiempo que invertíamos en él, y sinceramente, costaba sangre, sudor y lágrimas llegar hasta la parte final en la que nos bajábamos de la nave y continuamos a pie nuestra aventura, con la misma vista cenital.
La música reúne a otro de los grandes nombres de la industria, ya que la banda sonora corrió a manos de César Astudillo, "Gominolas", que con tan sólo 19 años empezó en la industria asombrando a propios y extraños con unas melodías que muchos han recordado durante décadas.
Quizás a muchos les pueda parecer extraño que tras la ensalada de píxeles que ellos ven, haya detrás un juego que -a pesar de ser uno de los primeros de TopoSoft- resultase en un casete y disquete divertido, con una propuesta bastante interesante a pesar de sus casi treinta años a sus espaldas.
Pero el mayor problema de Stardust empezó al ser comercializado a la vez que Desperado, uno de los recordados clones de Gunsmoke, y esto hizo que fuera injustamente tratado. Aun así TopoSoft siguió poniendo todo su empeño en todos los videojuegos que programó después de este gran Stardust, y la historia le devolvió todo ese trabajo llegando a ser una de las compañías más recordadas y queridas por todos lo que vivieron de cerca la edad de oro del software español.
