Un estudio realizado por Christopher Ferguson, profesor e investigador de psicología en la Universidad Stetson ha concluido que no hay una correlación entre comprar y consumir material audiovisual violento y la violencia real. Concretamente, se han comparado el consumo de juegos y películas violentas con las estadísticas de homicidios.
En la primera parte del estudio se investigó la violencia gráfica de las películas de 1920 a 2005, y no se vio ninguna relación. Durante mediados del siglo XX apareció una pequeña, pero tras 1990 se redujo incluso con el aumento explícito.
La segunda parte se centra en los videojuegos, utilizando aquellos clasificados por el ESRB -sistema de clasificación norteamericano- más populares desde 1996 a 2011. Los datos se compararon con el porcentaje de violencia juvenil de esos años. Cuanto más aumentaba el consumo de juegos violentos, la violencia juvenil descendía esos años, algo que podría deberse a casualidad y no a un factor directo. En cualquier caso, no hubo aumento que demostrase que influyen en los usuarios.
La investigación ha sido la primera en analizar en un periodo tan amplio las estadísticas de crímenes en Estados Unidos con los productos audiovisuales.
