Una de las celebraciones únicas, de mayor interés y gran espera por parte de los ciudadanos japoneses es el Hanami. El Hanami consiste en una comida /merendola bajo los famosos cerezos (Sakura) al mismo tiempo que contemplamos la bella flor del árbol que acaba de brotar. Hablo de comida y merienda cuando en realidad puede ser desayuno, comida, merienda y cena, todo depende del aguante del que dispongas.
Durante los días previos a la celebración, el gobierno japonés habló de respeto y de guardar la compostura. Es cierto que hace un mes que sucedió la catástrofe en la isla, y que aún ahora sufrimos varios terremotos de 6 o 7 grados en la escala Richter, debido a esto el gobierno nipón pidió un poco de respeto a los ciudadanos ya que mientras la celebración del Hanami consiste en comer, beber, reírse y en general despreocuparse, estas imágenes tienen un contraste completo con la de aquellos que viven en un polideportivo porque actualmente no tienen casa, ni cerezos, ni su propia comida. Aquí entraría el debate de si el Hanami ha llegado en el mejor momento para hacer que la gente se relaje un poco, se despreocupe durante unas horas y viva unos momentos de tranquilidad y diversión o si por el contrario el momentáneo gozo de algunos puede resultar ofensivo para la otra parte, otra discusión sin un ganador claro (¿por qué me tocaría ser un humano con la capacidad de razonar?).
Lo más curioso de esta fiesta japonesa es que a pesar de haber visto cerezos en España, no percibes la belleza de éstos hasta que lo vives aquí. Por un lado cabe destacar el contraste de una sociedad tan consumista y avanzada tecnológicamente, pero que cada año sus habitantes son capaces de sorprenderse con la floración de un mismo árbol. Para mí fue una experiencia, pero no sé si lo continuaría siendo durante 30 años. (Se me acaba de ocurrir una idea. Cada año tomaré una foto del mismo cerezo, de la misma rama, y comprobaré si es que cada año es más bonito o es exactamente lo mismo). Claramente tenemos que echar la vista atrás y pensar en los japoneses como una sociedad con una serie de valores culturales completamente distintos, y en este caso, donde su religión (el sintoísmo) juega un papel muy importante.
Para el Hanami puedes dirigirte a muchos parques públicos. El de Ueno o Yoyogi son de los más famosos y hay una gran cantidad de gente y también, de los ya conocidos por los lectores, cuervos hormonados. En mi caso, y por recomendación de unos amigos, fuimos al Shinjuku Gyoen. En el pasado fue la casa de un gobierno regional, ahora es el parque que rodea al Ministerio de Medio Ambiente. Aunque entrar nos costó 200 yenes por cabeza, estaba a reventar de gente y no permitían (en principio) beber alcohol, no me arrepiento lo más mínimo. Los árboles parecían viejos y como tal majestuosos. Grandes hileras de cerezos de un color blanquecino que parecían enmarcar la senda a un universo de ensueño. Sus flores blancas pero con un tinte rosado contrastaban con el color más oscuro del tronco dándole un aspecto único. También había cerezos de flores rojas, variedad de árboles y flores, un pequeño estanque y todo con el particular estilo japonés que personalmente me encanta. (No me tachéis de Japanlover, sabéis que soy muy independiente en este aspecto…)
A parte del enorme despliegue de belleza natural, en la otra parte debemos comentar también el enorme despliegue de individuos humanos que se divertían en su particular picnic. Encontrar un sitio fue difícil. Encontrar un buen sitio fue aún más difícil. Sin embargo una vez situados disfrutamos de una pequeña comida y un par de cervezas que introducimos sin muchas complicaciones. En fin, a pesar de que algunas personas de seguridad se paseaban por todo el recinto buscando infractores de este tipo, los años de entrenamiento en Madrid gracias a la ley del botellón han hecho pulir mi técnica hasta hacer pasar un Whisky escocés por un zumo de manzana.
También como no deberemos volver alabar el respeto japonés en el sentido de la limpieza. Cada grupo traía una especie de plástico o mantel bien grande, de modo que dejando los zapatos fuera, tanto las personas como la comida se introducían en el mismo. Una vez terminada la sesión, todo bien recogidito, las latas a su contenedor, los plásticos al otro, cristales por allá, combustibles en ese otro, etc. Por supuesto que el recinto notaría la afluencia de miles de personas en un par de días, pero el impacto es tan minúsculo que da hasta la risa. Lamentablemente en España, tras una fiesta de éstas características los sakura decidirían no volver a brotar al año siguiente por unanimidad.
En fin, si queréis disfrutar de la naturaleza y la fiesta nipona en todo su esplendor, los cerezos suelen florecer en los primeros días de Abril, y su flor sólo permanece durante unos días antes de convertirse en un árbol más. Es algo único, la verdad que el impacto natural es como una bofetada en toda la cara. Eso sí, recoger todo bien, informaros de si en el parque donde queréis ir se puede beber alcohol y no se os ocurra romper una rama del árbol, es como blasfemar en plena procesión de Semana Santa en Sevilla.
