Tras la apertura al público de la convención japonesa de videojuegos por excelencia, nos desplazamos al hotel Apa Mahuhari Bay para asistir a un evento organizado por Ubisoft para presentarnos las novedades de Child of Eden y poder probar este interesante juego en Kinect. No debemos olvidar que el juego es multiplataforma incluyendo también a PS3, pero de momento no se ha visto nada del título en la consola de Sony.
De la mano de su creador, Tetsuya Mizuguchi, se nos dio un breve repaso a su carrera para comprender los pasos que le han llevado a Child of Eden. Mizuguchi parece un poco tímido y es de los pocos creadores japoneses que habla inglés por sí mismo sin necesidad de usar un intérprete. Comenzó la presentación con un repaso de sus trabajos anteriores y mencionando que son casi 20 años los que lleva en la industria de los videojuegos.
Dentro de los proyectos del creador nipón en sus inicios encontramos el mítico Sega Rally (primer título de la saga en 1994). Sin embargo, a medida que pasaban los años Mizuguchi sentía que debía innovar la experiencia del juego, integrar la música al total del producto era uno de sus objetivos. Así llegó Space Channel 5 y más tarde Rez. Este último juego es el antecedente más claro de Child of Eden, y además ambos han sido creados siguiendo la idea de la sinestesia. Esta condición se da una manera muy rara en los seres humanos y aunque no han descubierto exactamente cuál es el origen, algunos estudios afirman que es posible que sea un fallo cerebral. La sinestesia produce una mezcla en los sistemas sensoriales, siendo capaces las personas que la padecen de ver la música u oír un color, por ejemplo. Con esa idea creó Rez y esa misma idea evolucionada ha llegado ahora en la nueva generación.
Tras la creación de Rez dejó Sega y entró en Q Entertainment. Allí creó Lumines, una especie de tetris pero también innovando con los colores y la música. Mizuguchi además es productor del grupo de música Genki Rockets y realizó algunos vídeos musicales para ellos o incluso preparaciones audiovisuales para directos de una calidad sobresaliente. De hecho este grupo ha realizado toda la música del videojuego.
Una vez dado un breve repaso a su carrera, pasamos a ver una demostración de dos de las fases que compondrán el juego: Matrix y Evolution. Primero deberíamos explicar qué es exactamente Child of Eden y el término más cercano que podríamos darle es el de "rail shooter". Sin embargo no tiene nada en común con los típicos shooter actuales tales como Killzone o Call of Duty, siendo el título de Mizuguchi un espectáculo audiovisual en sí mismo. En la pantalla veremos diferentes objetos de formas y colores, cubos, cilindros y una variedad de enemigos de formas abstractas que deberemos purificar. Los elementos que aparecen en pantalla han sido en muchos casos inspirados en la naturaleza y el creador japonés repitió en repetidas ocasiones que no se trata de disparar para destruir sino para purificar. El juego aporta una gran respuesta al jugador sin palabras. Es muy curioso cómo una vez estamos jugando, a pesar de que todo sea un conjunto de objetos y colores abstractos, fácilmente identificamos a los enemigos que debemos limpiar.
Durante la sesión se nos mostraron tres tipos de armas, un disparo continuo a modo de metralleta, otro que a medida que pasamos nuestro puntero por los objetivos los marca para después disparar a modo de multimisil y una bomba que acabará con todo lo que aparece en la pantalla denominada Happy Bomb. El funcionamiento con Kinect es muy sencillo y la sincronización de nuestros movimientos en la pantalla es uno de los más acertados que hemos visto en el sistema de movimiento de Microsoft. Con nuestro brazo al frente lo moveremos en círculos para apuntar, si tenemos el fuego rápido activado bastará con mover nuestro brazo para apuntar ya que el disparo es automático. Cuando demos una palmada cambiaremos al multimisil.
Mediante el mismo movimiento apuntaremos a los objetivos que se irán quedando fijados y para lanzar nuestros misiles tendremos que mover nuestra articulación del codo haciendo que nuestro antebrazo vaya hacia nosotros y hacia la pantalla de nuevo. Para hacerlo más visual podemos usar una analogía de Star Wars. El movimiento es similar al que realizan los jedi para usar la fuerza y empujar a sus enemigos en las películas. Así pues fijamos los objetivos con sólo mover el brazo y cuando queramos disparar, movimiento jedi. La Happy Bomb se activa simplemente levantando ambos brazos sobre nuestra cabeza.
El sonido es algo vital en Child of Eden. La experiencia que viviremos sin el componente acústico no llega ni a la mitad de lo que verdaderamente es. La música perfectamente trabajada y estudiada y principalmente electrónica nos permite introducirnos aún más en el juego. Por si eso fuera poco cada vez que disparamos emitimos un sonido y cada enemigo eliminado emite otro que se integran de una forma alucinante en el total de la melodía.
Dentro de las dos fases que hemos podido jugar se encuentran Matrix y Evolution. La primera tiene una serie de enemigos con cierto parecido a los centinelas robóticos de la película homónima y tras algunos enemigos menores pudimos comprender a qué se refería Mizuguchi con purificar. Un enemigo un poco más grande aparece en la pantalla. Es de un color gris oscuro pero a medida que le golpeamos en una especie de tentáculos, podemos comprobar cómo su color cambia a un tono blanquecino. Son parásitos de oscuridad en un mundo en el que debemos volver a restablecer la luz y la belleza.
La otra fase denominada Evolution aún no estaba terminada. En ella pudimos ver algo similar a una ballena transparente, con todo su cuerpo moteado por unas formas cuadrangulares. Esas formas se irían infectando, cambiando de color, y deberíamos limpiar su cuerpo. Una vez realizado, el animal pasaría a convertirse en una serie de partículas luminosas que más tarde tomarían la forma de algo parecido a un fénix. Esta fase sólo estaba disponible para ser jugada con el mando, algo que, debemos decir, resta atractivo al título.
Tras haber visto el título y haberlo podido jugar nos hemos quedado prendados. Es un espectáculo visual explosivo como pocas veces antes se ha visto en un videojuego. También es cierto que para ser disfrutado al máximo requeriríamos una gran pantalla, un equipo de sonido envolvente de alta gama y una habitación con una iluminación preparada para poder disfrutar al máximo de este juego. Y también es cierto que como entretenimiento podrá o no cuajar con los gustos de cada una de las personas y en algunos casos podrá ser tachado de simplista en cuanto a su jugabilidad. Sin embargo el juego rezuma originalidad por todos sus poros. De hecho podemos afirmar que como producto audiovisual es puro arte, incluso los movimientos que efectuamos delante de la pantalla parecen un tanto mágicos.
En resumen sólo podemos decir que es muy difícil explicar con palabras la experiencia con Child of Eden, más aún cuando el producto en sí es un conjunto de abstracciones, colores y componentes musicales y de sonido todo en uno. Sin embargo la experiencia podría ser catalogada de multisensorial. Os invitamos que echéis un vistazo al trailer.
Por último Mizuguchi nos hizo saber que dentro de poco harán un anuncio pidiendo la colaboración de toda la gente posible para "ayudarle" a terminar su proyecto. En dicho anuncio se os pedirá que enviéis una foto que exprese los valores del juego y dicha imagen podría ser adaptada y tratada para ser publicada en el resultado final.
