Unos días antes de que la gamescom 2015 tuviera lugar, Square Enix nos sorprendió con un inesperado anuncio de última hora: Final Fantasy Explorers, uno de los últimos spin-offs de la saga, llegaría a Europa. Y lo más sorprendente de todo: estaría ya en formato jugable y con los textos traducidos al inglés en la feria alemana, confirmando además su lanzamiento para el 29 de enero.
Gracias a esto, el mes pasado tuvimos la ocasión de probarlo por nosotros mismos para empezar a hacernos una idea de lo que nos esperará cuando se ponga finalmente a la venta. Si bien una demo de apenas 10 o 15 minutos y jugada con prisas no es precisamente lo ideal para este tipo de juegos, sí que nos ha permitido ver de forma clara por dónde van a ir los tiros, y al menos lo que hemos visto nos ha gustado.
En líneas muy generales estamos ante un juego de rol con una gran cantidad de opciones para personalizar a nuestro personaje y que apuesta por un desarrollo que combina elementos de Monster Hunter, exploración de mazmorras e incluso de MMORPG. La mezcla desde luego es, cuanto menos, curiosa, y sobre el papel no suena nada mal.
En la demostración de la gamescom solo nos permitieron jugar con un Guerrero, aunque al igual que en muchas entregas de la saga, como las dos online o Final Fantasy V, a medida que avancemos en la aventura podremos cambiar de una clase a otra en cualquier momento, pudiendo desbloquear incluso nuevos trabajos más allá de los iniciales, por lo que tendremos un héroe que será un "todo en uno", aunque claro, nos tocará entrenar cada profesión por separado.
Al principio nos encontramos en un pequeño pueblo que hace las veces de "lobby", pudiendo gestionar desde aquí todo lo que necesitemos antes de salir a explorar mundo. Vimos tiendas y algunos establecimientos que no tuvimos ocasión de investigar, ya que jugábamos a contrarreloj, así que nos dirigimos al suministrador de misiones y aceptamos una en la que nos pedían que fuéramos a la guarida de Ifrit y derrotáramos a este mítico Eidolon de fuego.
Al igual que en Monster Hunter, una vez que salimos por la puerta de la aldea nos teletransportan automáticamente al área de la misión. La cueva estaba dividida en pequeñas zonas y tenía un diseño muy lineal, por lo que perderse era, cuanto menos, complicado, y apenas nos dejaba libertad para explorar. El avance por la mazmorra nos sirvió para hacernos a su sistema de combate, uno que bebe directamente de lo visto en las entregas online de la serie.
Además de los ataques básicos, tenemos varias "paletas" de habilidades que podemos abrir pulsando los botones L o R (cada botón nos da acceso a una distinta), dándonos acceso a diferentes técnicas de combate, lo que acaba traduciéndose en que podremos tener equipados numerosos movimientos, algo que parece que va a dar mucho juego a la hora de configurar y personalizar a nuestro protagonista.
Como podéis suponer, estas habilidades tienen un tiempo de recarga y dependiendo de la que utilicemos podrá consumirnos algún tipo de recurso o no. En el caso del guerrero teníamos un poco de todo, con técnicas para atraer la atención del enemigo, para potenciarnos, combos, bloqueos, etcétera. En solitario funciona bien, aunque por lo jugado nos ha dado la impresión de que su potencial radica en el juego cooperativo con otros jugadores (uno de los grandes reclamos de esta aventura), algo que no hemos podido probar todavía.
Destacar que en todo momento íbamos acompañados por dos criaturas de apoyo, entre ellas un Chocobo que se encargaba de curarnos. Su función nos ha recordado bastante a la de los Felyne de las últimas entregas de Monster Hunter, ayudándonos con el daño, las curas y a desviar la atención de los enemigos para darnos algo de respiro cuando jugamos solos. De hecho, hasta cuando son derrotadas desaparecen un tiempo de la batalla para volver más tarde.
No tardamos ni cinco minutos en llegar hasta la sala de Ifrit, ya que la mazmorra era bastante pequeña y apenas contaba con un par de secciones. Allí las cosas se pusieron mucho más interesantes y nos encontramos con un jefe clásico de MMORPG, con multitud de ataques y técnicas especiales que se van telegrafiando en el suelo para indicarnos dónde no debemos estar, obligándonos por tanto a estar en constante movimiento mientras batallábamos.
Se trata de una lucha más o menos larga e intensa, aunque no especialmente difícil una vez nos aprendemos sus mecánicas. Durante este enfrentamiento descubrimos que si recargábamos una barra de energía especial podíamos activar un modo que nos convertía en un personaje clásico de Final Fantasy. En nuestro caso concreto, nos transformamos en Cloud, el protagonista de Final Fantasy VII, aunque las habilidades que teníamos a nuestra disposición eran las mismas (o al menos no notamos la diferencia más allá de que éramos más fuertes), por lo que es una característica en la que no hemos podido profundizar.
Gráficamente se trata un título muy resultón, con unos buenos modelados de personajes y criaturas (Ifrit lucía genial). Además, la cantidad de efectos que llega a poner en pantalla también es digna de mención, con algunos muy conseguidos. En cuanto a su diseño artístico, decir que el mundo del juego apuesta por la fantasía clásica medieval, volviendo así a las raíces de la saga en vez de apostar por una ambientación más futurista.
El poco tiempo que hemos jugado a Final Fantasy Explorers nos ha dejado con buenas sensaciones, aunque todavía nos queda muchísimo más por ver para poder empezar a valorarlo correctamente. El sistema de combate y de personalización de personajes promete ser realmente profundo, su modo cooperativo tiene una pinta bastante buena y no parece que vaya a estar precisamente falto de contenidos. Nos tocará comprobar si su sistema de combate y de juego aguantan bien el paso de las horas, si su desarrollo está bien llevado, si la campaña para un jugador divierte a la larga y no aburre y muchas más cosas, por lo que nos tocará esperar a enero para descubrir hasta dónde es capaz de llegar.
