Análisis de Excitebike: World Challenge WiiW (Wii)

Fue en 1984 (y dos años más tarde en Europa) cuando se estrenó Excitebike en NES, la consola de 8 bits de Nintendo, un juego de motocross que nos proponía algo tan sencillo como dar saltos imposibles, aterrizar con holgura, y cambiar de carril para evitar obstáculos y a otros rivales. La saga estuvo desaparecida durante muchos años, hasta la época de Super Nintendo, cuando en Japón se lanzó en descarga digital a través del sistema Satellaview el título Excitebike: Bun Bun Mario Battle Stadium, que cambiaba a sus motoristas genéricos por Mario, Luigi, Wario, Toad, Yoshi y Koopa Troopa, aunque sin cambios jugables destacables sobre su base, más allá de monedas y un modo con turbo limitado.

Pero eso ni lo olimos en los mercados occidentales, aunque sí tuvimos mejore suerte con Excitebike 64, creado por Left Field, y que apostaba por el paso al mundo tridimensional, revisando por completo la jugabilidad a raíz del cambio de perspectiva. Pero Left Field ya no está en el campo de Nintendo (y su último trabajo fue el mediocre Nitrobike, también de motos, en Wii), y Monster Games cogió el testigo espiritual para ofrecernos -en Wii- Excite Truck, con coches, pero con los mismos saltos imposibles, y una jugabilidad claramente heredera del juego diseñado por Miyamoto veintidós años antes. Ahora, este mismo estudio nos ofrece Excitebike: World Challenge, mientras en Europa seguimos sin saber qué va a pasar con Excitebots .

Excitebike: World Challenge es un revival en toda regla, lo que es su principal virtud, y, al mismo tiempo, el mayor de sus defectos. Y es que aunque añade juego en línea a través de la Conexión Wi-Fi de Nintendo, el título resulta muy escaso en modos de juego, contenidos, y opciones de personalización. Como juego de distribución digital, ese tipo de ausencias pueden justificarse, pero lo cierto es que se sitúa en un rango de precio (1.000 puntos, esto es, diez euros) en el que no es extraño encontrarse mucho más valor a cambio de nuestro dinero.

El juego es minimalista, como el original, y en muchos sentidos es poco más que una conversión directa con gráficos poligonales que, eso sí, están hechos de la manera más esquemática posible, consiguiendo darle un toque muy retro pese al uso de polígonos. Eso se ve reforzado igualmente por las texturas planas de pilotos y motos, aunque en cambio los escenarios están razonablemente bien trabajados.

Pero veamos de qué trata Excitebike, porque no es un juego de carreras contra rivales, sino contra el reloj, pese a que hay muchos otros pilotos en la pista, y tenemos una línea de salida en la que salen otras motos rivales, tres, una en cada carril (más nosotros, claro). Es una de esas pequeñas incoherencias que se daban en el día a día de los juegos de 8 bits y que hoy en día resulta francamente extraño. Por suerte, es algo que uno olvida en cuanto ha superado el primer circuito.

En definitiva, hay que llegar a meta por un circuito ovalado (aunque nosotros no percibimos su curvatura por la perspectiva plana que había en 8 bits y que se mantiene aquí, pero hay que darle dos vueltas) en el menor tiempo posible, recibiendo una clasificación según paremos el reloj. Hay un mínimo que se debe superar para pasar al próximo circuito, y una puntuación máxima (el rango S) que nos permite desbloquear más motos (varían sólo por el color), y cuando hemos superado los cuatro circuitos de una copa, se abre la siguiente.

Para llegar a meta debemos hacer caballitos con la moto para saltar más alto, aterrizar con las dos ruedas para mantener el impulso, y pulsar el turbo para coger más velocidad, teniendo un ojo puesto en el medidor para no achicharrar el motor. Si pasamos por encima de las flechas, el motor se refresca automáticamente, y hay también unos ítems que hacen aparecer enormes rampas para saltos imposibles. Además, podemos superar a los rivales u obstáculos adelantándolos por los lados (empleando los carriles) o bien haciendo un caballito para pasarles por encima.

En ese sentido, el juego se controla simplemente pulsando el botón 2 del mando para acelerar (el mando se sostiene en horizontal), el botón 1 para el turbo, y las direcciones arriba y abajo de la cruceta digital del mando para cambiar de un carril a otro. La posición de las ruedas con respecto al suelo se puede controlar inclinando el mando gracias a la detección de movimientos, o usando las direcciones derecha e izquierda de la cruceta, imitando por completo el control del juego original de NES. Nosotros preferimos este sistema, por el regusto clásico que emana el juego, pero ambas opciones responden igual de bien.

Y realmente no hay nada más que decir de este juego: la gracia reside en lo ajustado de los tiempos límite para entrar en un rango o en otro, y en lo difícil que puede resultar un circuito por sus saltos, desniveles, obstáculos, fango, hierba o agua en la pista, etc. Esto, claro, funcionaba a las mil maravillas hace veinte años y, por tanto, sigue haciéndolo hoy en día, pero es innegable que los jugadores buscan retos quizás más elaborados.

Por eso se incluye un editor de niveles (bueno, en realidad ya estaba en el original), que aunque no reviste problemas podría haberse hecho mucho más intuitivo y sencillo, que nos permite tener en unos instantes nuestras primeras creaciones, o dedicarle más tiempo y hacer auténticos retos para la comunidad de jugadores, pues se pueden compartir a través del sistema WiiConnect24, lo que implica que, potencialmente, el juego resulta ilimitado: sube y baja circuitos, y busca nuevos retos. Es decir: el editor ya existía, pero ahora podemos guardar nuestras creaciones (en los viejos cartuchos de Famicom/NES esto no era posible) y compartirlas con la comunidad.

Igualmente, hay que tener en cuenta la presencia del multijugador en línea, lo que es más que importante en un juego con un espíritu arcada tan marcado como en este título. Podemos jugar con hasta tres amigos más, o tres jugadores al azar de todo el mundo, y ahí sí que estamos ante un juego de carreras en el que corremos contra rivales, no contra el reloj. Además, los rivales, controlados por humanos, se nos pueden cruzar, hacernos la puñeta, y aportan un factor de diversión adicional. Eso sí, pese a la sencillez y -en apariencia- escasez de datos a mover por la conexión, hemos detectado cierto lag (retardo en las comunicaciones), pues al ser tan rápido la estabilidad de la conexión es más importante de lo que parece en un primer momento. Sin embargo, cabe preguntarse por qué no se ha optado por un multijugador local con pantalla partida, ya que eso habría ayudado mucho a componer un mejor paquete de contenidos, a falta de modos de juego adicionales, y la baja cantidad de circuitos.

Gráficamente, el juego mantiene una línea retro, pese al uso de polígonos, con una fuerte inspiración en el original de NES. El juego, probablemente, se habría visto beneficiado de una mayor variedad en los diseños de motos y motoristas (algo más que los colores), y también en mayor variedad en los diseños de los trazados, aunque lo cierto es que la temática tampoco da para mucho. Por supuesto, no presenta ningún tipo de problema técnico, pero es que por su sencillez eso hubiese sido injustificable. En cuanto a la música y efectos, estos son muy simples, pero cumplen, y las melodías están claramente inspiradas en las originales, aunque convenientemente adaptadas para sonar con la calidad esperable.

Conclusiones

Muy pocas novedades son las que se han introducido en Excitebike: World Challenge, tanto a nivel jugable como a nivel visual, salvando las lógicas distancias derivadas de los años pasados, y el paso a gráficos poligonales, pese a mantener una línea retro (aunque no en la estética absolutamente ochentena de juegos como Mega Man 9). Las pocas novedades (como pasar por encima de los rivales haciendo un caballito) funcionan bien, y no llaman la atención dentro del estilo jugable clásico. Le falta, eso sí, ofrecer algo más en cuanto a contenidos, y aunque nos alegra que tenga multijugador en línea, uno local se nos antoja imprescindible, y es una ausencia notable. Desde luego, parte de sus carencias se solventan con el editor de niveles y la opción de compartirlos, pero sin suplir por completo sus faltas. Eso sí: divertido, directo y adictivo como pocos.