Análisis de The Bug Butcher (PC)

Awfully Nice Studios es un estudio indie de nueva creación compuesto por dos extrabajadores de Blizzard: Till Aschwanden y Rainer Zoettl. Para su primer juego han decidido recuperar una jugabilidad arcade que lleva décadas con nosotros, pero que no ha sido tan recurrente como las de Tetris u otros referentes, de los que sí hemos seguido recibiendo clones y reinvenciones a lo largo de los años. Hablamos de Pang/Super Pang, "ese juego de disparar hacia arriba a bolitas que se dividen", cuyas mecánicas imperecederas siguen siendo, a día de hoy, igual de divertidas.

The Bug Butcher no esconde sus raíces, por lo que las mecánicas de juego no difieren en demasía respecto al original de Capcom. Más que un giro, lo que ofrece es una puesta a punto con distinta ambientación. Ya no vamos recorriendo localizaciones emblemáticas reales en la piel de un chaval; en su lugar, encarnaremos a un especialista en exterminación de bichos alienígenas a través de las instalaciones en las que trabaja el científico que nos ha contratado. No es que la historia tenga relevancia alguna, pero los diálogos entre ambos personajes nos irán llevando de la mano a través de los 5 mundos de 6 pantallas cada uno, que dan un total de 30 niveles. Estas conversaciones refuerzan el humor general del título y no entorpecen el ritmo, pues son breves y se omiten automáticamente a partir del segundo intento.

La jugabilidad es la que conocemos: niveles del tamaño de la pantalla con el personaje en el suelo, apuntando hacia arriba, y enemigos saliendo de distintos puntos –previo aviso visual– a los que debemos eliminar. Una cuenta atrás en la esquina superior nos apremia para acabar con todos antes del tiempo marcado y las oleadas se van sucediendo a medida que aniquilamos la presente. El contrarreloj no supone un gran problema, excepto en un par de las fases más avanzadas, pero sirve como recurso para que el jugador tenga que ir buscando el equilibrio entre precisión y riesgo. Los tres niveles de dificultad disponibles nos permiten adaptar el juego a nuestra habilidad: mucha vida, poca vida o muerte al primer toque.

Hay gran variedad de bichos y cada uno tiene sus particularidades. Los patrones son totalmente distintos, también su forma de comportarse y el peligro que suponen. Desde las babosas que lanzan proyectiles hasta las bolas de fuego que rebotan de la forma más imprevisible posible, pasando por los bichos con tentáculos que te matan al instante si te cogen desde arriba o los escarabajos escupefuegos que casi son un boss en sí mismos. Algunos conviene derrotarlos de inmediato, mientras que otros requieren algo de control para no colapsar la pantalla de pequeñas bolitas en trayectorias que nos dejan vendidos.

Los enemigos derrotados sueltan monedas que más vale recoger, pues es lo que luego nos permitirá comprar mejoras en las armas y power-ups. Esta progresión en las capacidades del personaje es la gran aportación de The Bug Butcher, que lo incorpora como refuerzo al dominio que va adquiriendo el jugador. Así, la dificultad no es la de los juegos de antaño, sino que se permite una curva más flexible y apta para que todo el público sea capaz de llegar hasta el final. Ver los créditos ya no es la recompensa; es el camino y sus metas secundarias. Cada nivel cuenta con cuatro objetivos adicionales (tres de puntuación y uno de combo máximo) que otorgan un extra de monedas considerable.

Mantener el combo de muertes es el otro pilar en el que se sustenta la diversión del título. Este se pierde si recibimos daño o tardamos más de 5 segundos en incrementarlo. Así, un nuevo factor entra en juego, junto al del tiempo metiendo presión, el tener que ir esquivando los enemigos y/o los elementos propios de cada escenario, algunos letales. El científico nos acompañará en la mayoría de fases y, ojo, que también hay que protegerlo frente a un enemigo concreto que solo va a por él. Si el cerebrito muere, nosotros caemos con él. A cambio, su colaboración es fundamental porque, sobre el papel, es el que se encarga de que, de vez en cuando, aparezcan cajas con armas especiales y power-ups, tales como los rayos que aniquilan todo a su paso, fuego rápido o congelar todo por unos instantes, incluido el tiempo.

Todo esto se juega de maravilla gracias a los fantásticos controles. La jugabilidad es tremendamente fluida y nunca sentiremos que un error es injusto. Toda la parte jugable responde como debe y el conjunto es sólido, sin bugs (así que olvidad el chiste fácil, no se puede), con el acabado profesional que cabe esperar de dos veteranos creadores con un pasado ligado a las superproducciones de este medio y del cine. El único aspecto que choca, y mucho, es que toda la interfaz del menú principal esté diseñada en base a los botones de un mando de Xbox. No es un detalle que importune al jugador como tal, pero no tiene sentido y como presentación es un fallo.

Aparte de la campaña principal, contamos con el modo pánico, disponible para un solo jugador o en cooperativo. Este nos permite elegir uno de los cinco escenarios y jugar de forma infinita hasta que perdamos los tres puntos de vida. Es interesante porque las mejoras y power-ups se van comprando in situ, por lo que es necesaria cierta planificación para priorizar y decidir qué adquirir primero. A destacar que los controles son completamente configurables, por lo que dividirse el teclado entre dos personas no debería suponer un problema, ya que el manejo del personaje se limita a cinco teclas: derecha/izquierda, sprint, disparo y poder.

El apartado gráfico de The Bug Butcher, 2D de estilo cartoon, recuerda a indies como Awesomenauts o a los últimos Rayman. Mundos coloridos, desenfadados, de líneas finas y diseños rechonchos. Las animaciones son sencillas, pero tremendamente potentes y ágiles. En juegos tan rápidos, lo que importa no es el detalle, sino las impresiones que todo desprende según va apareciendo en pantalla. Los enemigos son extravagantes, pero su caracterización permite identificarlos de un vistazo, de manera que enseguida sabemos en base a qué patrones debemos movernos y atacar. De igual forma, la banda sonora es resultona en su cometido, pues acompaña con un ritmo vibrante y consiguiendo (¡oh, mérito!) que no se vuelva machacona a oídos del jugador que está intentando una y otra vez la misma fase.

Conclusiones

En definitiva, el debut de Awfully Nice Studios en el mercado es de notable, con un título que funciona a la perfección y proporciona divertidas sesiones de juego con una jugabilidad que muchos jugones de edad media estarán encantados de volver a catar. El sistema de mejoras proporciona progresión al personaje y le da un nuevo enfoque al reto general, que se complementa con objetivos secundarios y rankings globales. Eso sí, un fuerte tirón de orejas al responsable de su nefasta localización al español, así que jugadlo en inglés mejor.

Hemos analizado The Bug Butcher para Steam con un código de descarga que nos ha proporcionado Evolve PR.