Análisis de Gunpoint (PC)

Suele ser interesante comprobar los antecedentes de un videojuego antes de revisarlo, en ocasiones uno se lleva sorpresas. En este caso el título se encuentra firmado por Suspicious Developments, y se trata de un pequeño estudio independiente encabezado por Tom Francis y varios colaboradores. Puede que a algunos no os resulte familiar pero Francis, más conocido en internet como Pentadact, era hasta hace poco un articulista habitual en la edición inglesa de la popular revista PC Gamer.

Su anterior trabajo no es un dato anecdótico. Casi diez años realizando críticas para un medio especializado no le convierten a uno en diseñador pero desde luego pueden dejar cierto poso, ciertas ideas sobre qué hacer en momentos concretos, o como mínimo sobre que te gustaría haber visto en los videojuegos que has tratado. Armado con todas sus ideas y experiencia, Francis adquirió una copia del motor GameMaker (especializado en juegos de dos dimensiones) y comenzó a realizar un pequeño título de puzles con una ambientación muy especial.

La primera aportación a la industria de este estudio nos deja a los mandos de Richard Conway, un investigador privado, un freelance en un mundo peligroso rodeado de espías, asesinatos y corporaciones con dobles intenciones. La escueta pero efectiva introducción deja claro el mundo que nos plantea y, mientras Conway prueba una nueva herramienta para su trabajo, acaba siendo filmado involuntariamente en la escena de un crimen con el que nada tiene que ver. Tras intentar limpiar sus huellas no tarda toparse con una mujer peligrosa, una femme fatale en toda regla, que le manipulará con intenciones inciertas. No falta tampoco el arquetipo del hombre malvado, los de aquellos personajes que se encuentran a mitad de camino entre cualquier alineamiento moral posible, y la inocente víctima a la que habrá que proteger a toda costa.

La atmósfera propia de una película de cine negro es algo que uno puede entrever solo con leer el inicio de la trama. Además, nuestro protagonista va vestido con una larga gabardina marrón y un sombrero fedora que oscurece de manera efectiva su cara en las lluviosas noches de trabajo. Pero incluye también multitud de elementos del género cyberpunk, herramientas imposibles, misiones de hackeo corporativo, y alguna idea algo estrafalaria propia de una novela de los ochenta.

Y es cierto que goza de la mayoría de los clichés del género pero no se queda en eso ya que la música, compuesta entre otros por Francisco Cerda (autor de la banda sonora de Jamestown), nos ambienta correctamente a golpe de saxofón y samples electrónicos cortos en esta suerte de mezcla entre un cyberpunk suave y los años veinte del siglo pasado. La curiosa receta argumental viene rematada por un aspecto bidimensional, con escenarios ricos en detalles de todo tipo, y con personajes pixelados pero muy bien animados que encajan a la perfección con la jugabilidad.

Hemos comenzado el texto diciendo que estábamos ante un buen título de puzles, y lo cierto es que el envoltorio sirve bien a la mecánica. Las misiones de Conway como espía freelance son el marco perfecto para mostrar los distintos escenarios en los que se desarrolla la acción. El juego nos exige infiltrarnos en edificios habitados y vigilados, habitualmente de noche, comprobando de antemano la rutina de sus guardias gracias al corte transversal permanente de la finca que ofrece la cámara, para realizar tareas muy concretas: habitualmente un hackeo de un ordenador o el robo de alguna carpeta de un archivador.

Para nuestro sucio trabajo disponemos de multitud de herramientas fantásticas que servirían de fantasía a cualquier niño, como unos zapatos especiales que nos permiten saltar grandes distancias (incluso hasta llegar a la azotea de un edificio), o el equipo que nos deja alterar las conexiones de cualquier interruptor o artefacto del escenario. Ellas definen toda la mecánica del juego y sus puzles. Gracias a ellas podemos llegar a cualquier parte, y una vez dentro forzar la conexión de un botón de la luz con una puerta de seguridad, conectar la luz de la habitación a otro interruptor en un lugar seguro, y todo con el fin de que al apagar nosotros la luz lograr que un guardia molesto rompa su rutina para recuperar la luz que le permite ver. Este cruce de cables abriría una puerta de seguridad ante el asombro del guardia, y la oscuridad permanecería para ocultar nuestro paso.

La mayoría de puzles se resuelven alterando las rutinas, encerrando a guardias, o engañándolos para que hagan lo que no deberían y faciliten nuestro avance. Siempre teniendo en cuenta su rango de visión, las alarmas que puedan dispararse, los sonidos que puedan delatarnos, el hecho de que no todos los guardias son pacíficos (existen también esbirros que disparan al primer vistazo), y la oscuridad, esa gran amiga que puede arroparnos en cualquiera de nuestros feos actos.

Visto en conjunto y de manera cruda parece que puedan llegar a ser puzles complicados pero no lo son en absoluto. La curva de dificultad de los niveles está perfectamente medida, y tanto el protagonista como los retos propuestos nos guían pasito a pasito con nuestras habilidades. Siempre rizando un poquito más el rizo. De todas nuestras misiones obtenemos un pago económico, somos freelance pero no idiotas, y es dinero que podemos reinvertir en nuevos aparatos (como trampas eléctricas para los enchufes) o mejoras para los que ya hayamos comprado. Algunas son necesarias en misiones concretas, pero en el caso de que nos hayamos equivocado aún podemos devolver las mejoras y llevarnos otras antes de la misión.

Por si todo esto fuera poco incluye un sencillo editor de misiones que permite ubicar y usar cualquiera de los elementos vistos durante el juego, desde las paredes a los enemigos, para disponer de niveles propios que compartir o jugar para extender la corta vida del título. Un extra que encaja muy bien con la manera de disfrutar de los videojuegos que tienen muchos de los usuarios de PC.

Por tanto la ópera prima de Suspicious Developments resulta ser un juego excelente, tanto al revisar cada uno de sus pequeños elementos como al verlo en su conjunto. Un título imperdible para los amantes de los juegos de puzles que dispongan de tiempo, apenas unas cuatro horas, y un PC a mano.